Economía Azul
La economía azul es un enfoque que reconoce la importancia de los mares y los océanos como motores de la economía por su gran potencial para la innovación y el crecimiento, según definición de la Unión Europea. Por su parte la organización ecologista internacional World Wildlife Fund (WWF/Adena) consideraba en el informe Principios para una economía azul sostenible que se da al término un significado amplio —la actividad económica del sector marítimo— y otro más restringido —el uso del mar y sus recursos para un desarrollo económico sostenible y rentable.
La economía verde o economía ecológica es la ciencia que se ocupa de una gestión económica que favorece la sostenibilidad. Con este enfoque la economía azul es parte de la economía verde y totalmente compatible con ella. En la Conferencia de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas celebrada en 2012 en Río de Janeiro las pequeñas islas del Pacífico proclamaron que, para ellas, la economía verde era en realidad una economía azul.
La economía azul promueve el crecimiento económico desde un prisma en el que el propio motor del desarrollo se basa en la preservación de los ecosistemas marinos y la sostenibilidad medioambiental.
A pesar de que los mares y océanos bañan más del 70 por ciento de la superficie del planeta, la necesidad de conocer en profundidad estos ecosistemas para lograr su conservación aún tiene mucho camino por delante.
“La vida en los océanos ha ido disminuyendo en todo el mundo debido a la sobrepesca, la destrucción del hábitat y el cambio climático. Sin embargo, solo el 7 por ciento del océano está actualmente bajo algún tipo de protección”, afirma el Explorador Residente de National Geographic, Enric Sala, en una entrevista reciente.
Así, la economía azul pretende fomentar un nuevo sistema económico alejado del concepto de usar y tirar continuamente los recursos que nos ofrece la naturaleza. Se trata por tanto del motor clave para la recuperación de los ecosistemas y para crear conciencia sobre la importancia de los recursos de los océanos y costas más allá de la pesca y el turismo.
En esta línea la define el Banco Mundial, que afirma que supone el “uso sostenible de los recursos oceánicos para el crecimiento económico, la mejora de los medios de vida y el empleo, al tiempo que se preserva la salud del ecosistema”.
En esencia, el gran reto que tiene por delante es el cambio de paradigma necesario en nuestro modelo económico, ya que conlleva desligar el desarrollo socioeconómico humano con la degradación del medio ambiente y los ecosistemas.
Desde sus raíces, el concepto ha ido impregnando todo lo relativo a la protección de los océanos y a día de hoy trata de implementarse en todo tipo de proyectos de conservación.
La iniciativa de National Geographic Pristine Seas, liderada por Sala, ha logrado la protección de más de 6,5 millones de kilómetros cuadrados de océano, el 80 por ciento de los océanos protegidos del planeta, convirtiéndose en uno de los mayores impulsores de la conservación de los océanos de todo el mundo.
“Nuestra misión para Pristine Seas siempre ha sido conservar el océano. La ciencia nos ha demostrado que necesitamos proteger al menos el 30 por ciento de los océanos del mundo para 2030, con el fin de restaurar la vida marina, aumentar nuestro suministro de pescado y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero”, afirma Sala.
El pasado 2021, la revista científica Nature publicó el estudio Protección del océano global para la biodiversidad, los alimentos y el clima, dirigido por Enric Sala y pionero a nivel mundial por su trabajo sobre la relación directa entre la protección de los ecosistemas marinos y el desarrollo económico.
Por primera vez, este trabajo propuso una solución integral para los grandes problemas medioambientales que se derivan del cambio climático. Un equipo internacional de 26 autores determinó las áreas oceánicas que, si estuvieran protegidas, resolverían la crisis climática, alimentaria y de biodiversidad.
Atendiendo a estas zonas podría protegerse más del 80 por ciento de los hábitats de especies marinas en peligro de extinción y aumentarían las capturas de pesca en más de ocho millones de toneladas métricas, según datos de National Geographic Society.
Principios de la Economía Azul
Enumerados por WWF en su documento del mismo título, son:
Que todos los actores económicos (gobiernos, empresas, ecologístas y ciudadanía) establezcan objetivos claros, medibles y coherentes (por ejemplo, las capturas anuales de pescado, la calidad de las aguas, etc.).
Medir y comunicar regularmente el avance hacia dichos objetivos.
Crear un entorno económico y legislativo que proporcione a la economía azul los incentivos adecuados a través de impuestos, subvenciones o permisos.
Planear y gestionar de manera eficaz el espacio marino y sus recursos.
Desarrollar y aplicar los estándares y las mejores prácticas que lleven a un aprovechamiento sostenible de los recursos marinos.
Reconocer que la economía marítima y la terrestre están entrelazadas y que muchas de las amenazas para el mar se originan en tierra.
Cooperar activamente, compartir información y conocimiento para alcanzar un futuro sostenible y próspero para todos.