Argentina y el Mar

El mar representa el último espacio territorial a desarrollar por nuestro país. En el futuro, su exploración y explotación adquirirá una significancia igual o mayor a la ocurrida en el territorio continental durante los siglos XIX y XX. Sin embargo, la envergadura y potencialidad de los recursos marinos nacionales han sido pobremente investigados y, como consecuencia, los sectores económicos vinculados a este espacio representan un escaso porcentaje del PBI que llega a 1,5%.

Pesca

Los recursos marítimos de Argentina son abundantes, gracias a su extensa costa sobre el océano Atlántico y la gran extensión de la Plataforma continental de Argentina, en la cual las condiciones geográficas concentran una importante biodiversidad, con numerosas especies que poseen valor comercial.

El Mar Argentino presenta escasa o nula contaminación antropogénica (contaminación originada por el hombre) y los recursos pesqueros son de gran accesibilidad. En él se encuentran dos regiones bien definidas para la actividad pesquera: la bonaerense y la patagónica.

Si bien en nuestro mar existen más de cien especies de peces, moluscos y crustáceos con valor comercial, la merluza hubbsi es la especie que registra tradicionalmente el mayor volumen de extracción, siguiéndole en importancia el calamar, el langostino, la merluza de cola, el abadejo, la anchoíta y la caballa.

El organismo oficial argentino que investiga, supervisa y monitorea los recursos ictícolas y afines es el INIDEP (Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero), cuya sede central se ubica en la importante ciudad marítima de Mar del Plata.

La fuente principal de recursos pesqueros es la extensa plataforma continental, de una profundidad de hasta 200 m. La baja profundidad de la misma hace que sus aguas se encuentren fuertemente iluminadas por la radiación solar, de modo que abunda el primer eslabón de la red trófica y la biocenosis marina: el plancton. Estas aguas se benefician también de la llamada Convergencia Antártica, una extensa zona en la cual se mezclan las corrientes frías procedentes del Océano Glacial Antártico con las aguas cálidas procedentes de la zona cercana al ecuador, es conocido que las aguas frías son muy ricas en plancton (particularmente el muy ubérrimo en proteínas: zooplancton), moluscos, crustáceos, peces y cetáceos a lo que se suma una numerosa fauna marina más evolucionada como la de los pinípedos y foecidos. De tal modo es que las aguas jurisdiccionales argentinas resultan ser uno de los principales caladeros (áreas de pesca) del planeta con constantes periodos de «zafra» que se alternan según la especie. En 1935 fue elaborado el Catálogo de la fauna íctica del mar Argentino, que realizó un registro taxonómico de 261 especies, aunque se supone que la cifra de especies es mucho mayor.

Importancia económica

Aunque aún hoy la mayoría de los argentinos lo desconoce, el valor de las exportaciones de productos pesqueros y afines ha sido y es inmenso, superando al tradicional de las carnes rojas (carne vacuna, ovina, porcina etc.) y las carnes blancas aviares (de pollo etc.), en efecto el monto de las exportaciones de pescados y moluscos sólo en 2006 ya había ascendido a los 1.100.000.000 de U$D. Los valores de las exportaciones llegaron a un máximo de 1.500.000.000 (mil quinientos millones de) U$D en 2013.​ Las principales especies exportadas han sido y son la merluza austral, el sábalo, el calamar, la pota, pulpos, langostinos y diversas especies de moluscos bivalvos. Recientemente, las exportaciones pesqueras se han centrado en el calamar, el langostino, la merluza y las rayas.​ En el año 2015, se han registrado caídas en los precios del langostino y del calamar, que no afectan las toneladas exportadas. También se han observado aumentos en las exportaciones de rayas y abadejo.​

Especies con valor alimenticio y comercial

En el Mar Argentino y las aguas del Atlántico y del océano Glacial Antártico que están dentro de la soberanía argentina, o de la jurisdicción que la Argentina reivindica y son reconocidas internacionalmente por la ONU, se pueden mencionar (entre las más conspicuas) a las siguientes especies:

Microplancton

Diatomeas (Leptocylindrus, Pseudonitszchia, Rhysozolenia, Fragilariopsis etcc.); dinoflagelados y foramíniferos como la Globigerina bulloides, Neogloboquarina pachyderma).

Algas

Las aguas argentinas son ubérrimas en algas del orden Laminariales (conocidas como kelp), en especial el sargazo gigante conocido como cachiyuyo (en particular la especie Macrocystis pyrifera), que forma verdaderos «bosques» submarinos. Estas algas se emplean como directo alimento del humano o de ganados, como alimento de otras especies marinas, y para la producción de elementos industriales (agar-agar, etc).

Kril

El kril, un pequeño crustáceo, es uno de los principales componentes del zooplancton; el kril antártico (Euphausia superba) abunda en la zona. Es el alimento principal de varias especies de ballena, y se explota para uso industrial. Es rico en el antioxidante llamado astaxantina.

Crustáceos y moluscos

Las aguas del mar Argentino son ricas en langostinos, langostino patagónico (Pleoticus muelleri), almejas (se destaca la especie Darina solenoides), mejillones, mejillines (Brachyodontes purpuratus), berberechos, vieiras patagónicas (Zygochlamys patagonica), ostras (alóctonas, pero excelentemente adaptadas en los criaderos), cholgas, camarones, Lithodes santollas (Lithodes antarcticus), centollones (Paralomis granulosa) y otros decápodos, diversas especies de cefalópodos como los octópodos o pulpos, calamares (entre los que destaca el calamar illex o Illex argentinus), potas, calamaretes (Loligo gahi), en las aguas al sur de Tierra del Fuego se pueden encontrar calamares gigantes (Architeuthis dux) y calamares colosales (Mesonychoteuthis hamiltoni). En los lagos y otros espejos de agua de las provincias de Santa Fe y Córdoba se está difundiendo la acuicultura en la cual se destaca la langosta de agua llamada en inglés «red claw» (pinza colorada: Cherax quadricarinatus).

Peces

Abundan el abadejo (particularmente la variedad Genypterus blacodes), anchoa de banco (Pomatomus saltatrix), anchoítas (p. ej.: Engraulis anchoita), bonito (mal llamado atún, ya que Argentina carece de flota atunera), diversas especies de besugo (en especial el Pagrus pagrus o Spagus pagrus), bacalao austral (Salilota australis), bacalao granadero (Macrourus, especialmente el Macrourus carinatus; existen otras especies llamadas popularmente granadero, por ejemplo el Coelorinchus fasciatus), bacalao antártico, la brótola, la caballa (Scomber japonicus), cazón, cornalito, corvinas (en especial la corvina negra, Pogonias cromis, y la corvina rubia, Micropogonias furnieri), falso salmón (Pseudopercis semifasciata), lachas (Brevoortia pectinata y Brevoortia aurea), gatuzos (especialmente los peces de la especie Mustelus schmitti, aunque existen otras especies que reciben según la localidad el mismo nombre popular), lisa (Mugil platanus), lenguados (en especial la variedad Catathyridium jenynsii), meros (Acanthistius brasilianus), merluzas (en especial las especies merluza austral, merluza hubbsi, mojarra, merluza negra —o Dissostichus eleginoides— y merluza de cola —(Macruronus magellanicus), palometa de mar (Parona signata), pescadilla, saraca (Brevoortia aurea, especie de pez marino rico en nutrientes),​ pez palo, jurel, pez gallo (conocido también como «pejegallo» o «pez elefante», aunque también habita en aguas argentinas otra especie llamada pez elefante, el Gnathonemus petersii), pez limón (Seriola lalandi), polaca (Micromesistius australis), sargo argentino (Diplodus argenteus argenteus), róbalo (como el róbalo patagónico o Eleginops maclovinus), sardina fueguina (Sprattus fuegensis), pejerreyes de mar (Odontesthes smitti, Odontesthes nigricans y Odontesthes argentinensis), nonotenia coluda (Patagonotothen ramsayi), salmones como el salmón pacífico (Oncorhynchus tshawytscha), castañeta (Australoheros facetus), besugo o pargo (Pagrus pagrus), chernia (Polyprion americanus), pez palo (Percophis brasiliensis), escualos o tiburones (se debe notar que los tiburones en las aguas argentinas casi nunca atacan a humanos -solo se documentó un caso en todo el siglo xx, y la persona sobrevivió- o mamíferos de mediano o gran porte, en parte porque las aguas frías hacen que los tiburones tengan conductas mucho menos agresivas) como el tiburón bacota (Carcharhinus acronotus), tiburón cazón (Galeorhinus galeus, muy pescado y consumido por su excelente carne, que seca es vendida hace ya décadas como bacalao noruego), tiburón escalandrún (Carcharias taurus), tiburón gatopardo (Notorynchus cepedianus), tiburón loco (Carcharhinus longimanus-éste se encuentra raramente en las aguas cercanas al paralelo 35 Sur-) y tiburón gatuzo (Mustelus schmitti).

Para preservar el recurso pesquero, el 19 de junio de 2008, el Consejo Federal Pesquero Argentino creó un área de prohibición total de pesca dentro del Banco Namuncurá delimitada por las coordenadas 54º 30′ S y 60º 30′ O, 54º 30′ S y 59º 30′ O, 54º 15′ S y 60º 30′ O, 54º 15′ S y 59º 30′ O dentro de la isóbata de los 100 metros de profundidad.​ El área tiene sitios de reproducción de especies como polaca y desove de sardina fueguina.

En las gélidas aguas oceánicas australes prosperan especies de gran valor alimenticio como los «bacalaos antárticos» (Nototheniidae) de la especie (Dissostichus eleginoides); y otras especies de austrobacalaos como Trematomus bernacchii y Trematomus hansoni cuya sangre y demás humores poseen glicoproteínas anticongelantes. Se han registrado 12 especies de nototénidos que habitan en regiones de Plataforma Media y Externa con influencia de aguas subantárticas, y algunas de ellas están sometidas a explotación comercial.​

Pelasgofauna y peces marinos en el océano glacial Antártico

Aún bajo los 0° C proliferan en esta región moluscos como el calamar colosal (el mayor invertebrado conocido), artrópodos gigantes (especialmente picnogonidos), y peces que pueden subsistir exitosamente merced a sus glicoproteínas anticongelantes, son peces pertenecientes principalmente a la familia de los Nototheniidae como el «bacalao antártico» (Dissostichus mawsoni),

También poseen estas cualidades anticongelantes los peces antárticos zoárcidos que viven a más de 550 metros de profundidad en zonas abisales del mar de Bellingshausen entre los que se destaca el anguiliforme Gosztonyia antarctica.

Cetáceos

Habitan estas aguas durante todo o parte del año, la ballena franca austral, la ballena azul (el animal más grande viviente en la actualidad y, conocido, de todos los tiempos del planeta Tierra), la orca (Orcinus orca), la ballena minke (Balaenoptera acutorostrata), ballena jorobada (Megaptera novaeangliae), cachalotes (Physeter catodon) y varias especies de delfín, como la tonina (Cephalorhynchus commersonii), el delfín franciscana (Pontoporia blainvillei), el delfín cruzado (Lagenorhynchus cruciger), el delfín de Burmeister o marsopa negra (Phocoena spinipinnis).

Desde mediados de siglo xx tiende a existir por parte de Argentina una política conservacionista para con los cetáceos. Algunas de estas especies suman a su valor alimenticio y su valor comercial intrínseco, el hecho de ser factores turísticos (por ejemplo: todos los cetáceos y peces como los salmones -en especial en los lagos de origen glaciar que se encuentran en la Patagonia-, el dorado, las truchas, los pejerreyes o matungos, tarariras, palometas, percas, manguruyús etc. que se encuentran en ríos, lagunas y embalses de casi todo el país).​

Extraído de https://www.argentina.gob.ar/inidep

Situación actual

Según el informe dado por la Fundación Vida Silvestre Argentina, en el 2009 el área del Mar Argentino (esto es sin contar la gran cantidad de ríos, lagos, lagunas, embalses y otras aguas territoriales argentinas) produjo 1.000.000 (un millón) de toneladas en peces y mariscos (en su inmensa mayoría exportados), se considera que el Mar Argentino como otros biomas debiera tener al menos un 15% de su área protegida (área natural protegida) pero aún en septiembre del 2012 menos del 1% estaba lo suficientemente protegida.

En cuanto al grado de explotación actual, los recursos pesqueros del Mar Argentino pueden clasificarse en las siguientes categorías:

  1. Especies que experimentan sobrepesca

Son aquellas sometidas a una presión pesquera excesiva. Las medidas de manejo adoptadas involucran acotar el esfuerzo extractivo a las capacidades de soporte de las poblaciones naturales, evitando el colapso y procurando su recuperación. En esta situación se encuentran diversas especies de merluza entre las cuales se incluye a la merluza común y algunas especies de merluzas (hubsii, negra, etc) y otras especies costeras (besugo, corvina rubia, pescadilla), algunas especies demersales australes (merluza austral y polaca), y algunos crustáceos (Lithodes santolla de Tierra del Fuego). La merluza negra constituye un caso particular, ya que su pesquería se desarrolló muy intensivamente sin el respaldo de una base científica, del mismo modo la merluza hubsi o «merluza común argentina» sufrió un grave descenso de especímenes en el año 2001 a causa de la sobrepesca (en gran medida con barcos extranjeros) durante los años ‘90. Por esto, se requieren investigaciones para saber el nivel de explotación de la especie y para limitar la captura de juveniles.

  1. Nivel de explotación

Son aquellos para los que las capturas deberían mantenerse en los niveles actuales, hasta que la información disponible sugiera la conveniencia de modificar este criterio. Son los casos de abadejo manchado (Genypterus blacodes), gatuzo, lenguados, mero y salmón de mar (Pseudopercis semifasciata) entre los peces y del centollón (Paralomis granulosa) y las vieiras patagónica (Zygochlamys patagonica) y tehuelche (Aequipecten tehuelchus) esta última particularmente abundante en el Golfo San Matías entre los invertebrados.

También se incluyen en este grupo los recursos valiosos económicamente, tales como el calamar (Illex argentinus) y el langostino patagónico (Pleoticus muelleri), que poseen un ciclo de vida corto (alrededor de un año), para los que el concepto de Rendimiento Máximo Sostenible a largo plazo no se aplica, sino que dependen de su éxito reproductivo y de la magnitud de cada reclutamiento (incorporación de nuevos ejemplares a la pesquería) para regular su abundancia y disponibilidad para la captura. En estos casos el manejo se realiza partiendo de una estimación del reclutamiento y del control de su disminución durante la temporada de pesca, hasta alcanzar niveles que posibiliten una reposición adecuada al año siguiente.

  1. Potencialidad para el desarrollo

Son aquellos cuyas capturas se encuentran por debajo de las estimaciones de rendimiento máximo potencial realizadas. En el caso de las especies merluza de cola y anchoíta esta diferencia superaría las cien mil toneladas anuales. También puede proyectarse el aumento de las extracciones de caballa, castañeta y rubio. Esta situación puede extenderse también a los atunes y especies afines, a la palometa, al pargo, a la sardina fueguina (Sprattus fuegensis), al savorín (Serilella punctata), a las cojinovas (especialmente el Seriolella caerulea), a los granaderos (especialmente el Coryphaenoides rupestris) y al pez gallo (Callorhynchus callorhynchu), aunque en estos casos no se cuenta con una buena estimación de su potencial. También podría incluirse en este grupo al congrio de profundidad (Bassanago albescens), que es de tamaño menor que el costero, pero que cuenta con una biomasa muy grande, del orden de las ochocientas mil toneladas. En este caso, no hay un mercado establecido, y se lo captura de manera incidental en pesquerías de calamar o de merluza, a profundidades mayores a los 200 m.

Extraído de https://www.argentina.gob.ar/inidep

Acuicultura y Maricultura

La acuicultura y la maricultura son actividades de gran potencial que abarcan distintas especies, sistemas y prácticas. La acuicultura es el conjunto de actividades, técnicas y conocimientos de crianza de especies acuáticas, vegetales y animales. En esta actividad puede distinguirse entre la que se lleva a cabo en el ámbito fluvial y en el marítimo (maricultura). En cuanto al primero, Argentina cuenta actualmente con dos polos destacados de producción acuícola, aunque la actividad se lleva a cabo en diversas regiones en las que es posible un mayor desarrollo. Cada polo se corresponde con una de las principales especies; en la Patagonia norte se produce la trucha, mientras que la región NEA se especializa en el pacú. También se producen carpas, tilapias y surubíes.

En cuanto a la maricultura, las prácticas tradicionales comprenden el cultivo de especies individuales en plataformas offshore y el co-cultivo de distintas especies en granjas multitróficas. Más recientemente, se ha desarrollado el mono y policultivo en sistemas terrestres con recirculación de agua de mar, pero también en agua dulce. Las tecnologías aplicables a las dos primeras modalidades implican el diseño de estructuras fijas que soportan jaulas y redes de contención y el desarrollo de diferentes sistemas de apoyo logístico. Los desafíos tecnológicos asociados a los sistemas de recirculación incluyen la producción de filtros, bombas y aireadores, así como de materiales y recubrimientos especiales para evitar la corrosión biológica y salina.

La provisión de la mayoría de estos insumos puede ser cubierta a partir de capacidades ya existentes en el país. El procesamiento ulterior de los productos derivados del cultivo presenta requerimientos análogos a los de la industria pesquera. Las demandas provenientes de la maricultura impulsarían el crecimiento de múltiples sectores industriales, entre los que se cuentan el metalmecánico, de industria alimentaria y alimentos balanceados, de productos de sanidad animal y de procesamiento de deshechos. Argentina cuenta con recursos humanos calificados y desarrollos originales en todas estas áreas como así también considerable experiencia en mejoramiento genético animal y vegetal. Además de los beneficios económicos directos e indirectos, la instalación de la maricultura en la región patagónica supondría la creación de una importante fuente de trabajo local.

Un informe de la FAO del año 2013, muestra a la Argentina como uno de los países mejor posicionados para el cultivo de salmón del Atlántico, de mejillón y de cultivos multitróficos. Este informe estima que la superficie disponible para estas prácticas varía entre 6.000 y 8.000 km2. El mayor potencial para la maricultura se hallaría en Santa Cruz y Tierra del Fuego. En la costa patagónica, se reconocen 19 sitos donde se han desarrollado cultivos marinos y se identificaron 10 zonas aptas para la producción de moluscos bivalvos. Asimismo, el mar argentino ofrece posibilidades para el cultivo de otras especies de interés comercial como las ostras plana y cóncava, el salmón del Pacífico y la trucha arco iris. Por otra parte, se realizan investigaciones dirigidas a la producción de lenguado, mero austral, pulpo colorado, almeja navaja, centolla, langostilla, pejerrey y cholga.

Energía

Petróleo y Gas

Las cuencas hidrocarburíferas marinas representan la continuación de las existentes en el ámbito continental. Aunque se identifican ocho cuencas sedimentarias en la plataforma continental (Salado, Colorado Marina, Rawson, Valdés, San Julián, San Jorge, Austral y Malvinas), la única actualmente en explotación es la cuenca Austral. Estas cuencas offshore podrían jugar un rol fundamental para alcanzar la autonomía energética de nuestro país. Se estima que el potencial económico de la explotación offshore de petróleo y gas para los próximos 20 años en nuestro país oscilará entre los 40.000 y 60.000 millones de dólares.

El desarrollo energético nacional requiere incrementar las actividades de exploración y explotación de hidrocarburos. La identificación de yacimientos comerciales en el Mar Argentino constituye un factor importante para alcanzar dicho objetivo.

En el caso de las cuencas offshore, las actividades de exploración dependen de la adquisición de información mediante el uso de métodos geológicos y geofísicos y del muestreo sistemático del subsuelo marino.

A pesar de la existencia de yacimientos de petróleo y gas de considerable magnitud, Argentina dispone de escasa infraestructura y capacidades tecnológicas para realizar operaciones de exploración y explotación en la plataforma, en el talud continental y en el océano profundo. El equipamiento especializado resistente a la corrosión y apto para operar a grandes profundidades y presiones constituye un aspecto crítico para emprender estas actividades. Si bien puede obtenerse en el mercado internacional, tiene costos elevados y no siempre está adaptado a las condiciones operativas locales. A mediano y largo plazo, será imprescindible contar con desarrollos tecnológicos propios en este campo ya que permitirán disponer de mayores grados de autonomía y contribuirán a generar puestos de trabajo calificados.

En la actualidad se están explorando la existencia de petróleo y gas a la altura de Mar del Plata con posibilidades muy alentadoras que beneficiarán al pueblo grandemente, debiendo tener un control y cuidado estricto para garantizar la biodiversidad y el cuidado del medio ambiente.

Energías renovables

Los mares constituyen una enorme fuente de energía renovable, disponible en diversas formas. Es posible extraer ésta a través del aprovechamiento de diversos procesos que ocurren en su seno tales como:

La diferencia de nivel entre pleamar y bajamar originada por las fuerzas gravitatorias de la Luna y del Sol, a través de:

El salto propiamente dicho (energía mareomotriz).
Las corrientes generadas por las mareas (corrientes de marea).
Las olas, formadas por acción del viento (energía undimotriz).
La diferencia de temperatura entre la capa superficial (calentada por el sol) y la capa profunda del mar (gradiente térmico de los mares).
La diferencia de temperatura entre reservorios geotérmicos de baja entalpía cercanos al mar y el agua fría de éste.
La biomasa marina (energía biótica).
Las corrientes marinas.
La diferencia de potenciales químicos debidos al gradiente de salinidad entre el agua de mar y el agua dulce de los ríos al desembocar en aquel.

Todas estas formas de extraer energía del mar están en desarrollo a nivel mundial a través de diferentes proyectos. Hasta el momento, solamente la energía mareomotriz ha llegado a un nivel comercial.

Los desarrollos tecnológicos vinculados a la generación de energía marina experimentarán una extraordinaria expansión en los próximos años. La disponibilidad de estas fuentes depende de las características climáticas y geográficas e implica conceptos ingenieriles específicos. En todos los casos, la conversión final de energía se dirige a la producción de electricidad.

Argentina tiene uno de los litorales marítimos más extensos del mundo y una fuente inagotable de energía limpia a ser considerada. En especial, la costa patagónica cuenta con numerosos sitios con una amplitud de marea (la diferencia entre la marea baja y la alta) muy grande, que oscila entre los 8 y los 10 metros e implica un gran volumen de agua que se mueve hacia la costa y luego se retira.

En esa zona, las desembocaduras de los ríos en el Mar Argentino, también conocidas como estuarios, tienen condiciones morfológicas ideales para la generación de electricidad a partir de la energía hidrocinética proveniente de las corrientes de marea y a poca distancia de los puntos de consumo (ciudades o puertos). Es un proceso de generación similar a la de los molinos eólicos pero, en vez de usar el viento, la turbina va sumergida para aprovechar el movimiento del agua (una fuente de energía renovable y predecible). Este tipo de aprovechamiento hidroeléctrico es relativamente nuevo en todo el mundo y, especialmente, en esta región, por lo que resulta necesario realizar estudios que permitan conocer mejor la zona y su potencial de generación.

Los principales beneficios de este tipo de generación eléctrica son que proviene de una fuente renovable y que las mareas son muy predecibles. Se puede saber, con un bajo margen de error, cuánta energía se va a producir con un año de anticipación, algo que no ofrece ninguna otra fuente similar. Además, la incorporación de una nueva energía renovable le da robustez a la matriz energética nacional, ya que complementa otras energías limpias, y también podría servir como fuente de energía local en zonas no conectadas al Sistema Argentino de Interconexión (SADI) que son abastecidas por energías menos sustentables.

La Argentina tiene una franja oceánica con un área de 960.000 km², desde el Río de la Plata hasta las islas Malvinas inclusive, que puede considerarse como una de las mayores del mundo. La presencia e influencia de dos ondas de mareas determinan una característica preponderante para el aprovechamiento natural de las mismas a lo largo de su extenso litoral marítimo.

Aunque Argentina dispone de un gran potencial de este tipo de energía, las iniciativas nacionales en esta área no han superado los planteos preliminares. La primera etapa a resolver incluye la realización de relevamientos detallados de parámetros oceanográficos (intensidad y dirección de vientos y olas, flujo de corrientes, altura de mareas, variación de temperatura), ambientales (impacto en los ecosistemas marinos) y antrópicos (puertos, navegación) para seleccionar locaciones apropiadas para las instalaciones de generación.

Las fuentes más aprovechables en la Argentina son la energía mareomotriz, la undimotriz y la de gradiente térmico. Los desarrollos en energía mareomotriz incluyen generadores similares a los empleados en los embalses fluviales, fijados sobre represas costeras o el fondo marino. La conversión a partir de las olas utiliza generadores fijos, de eje horizontal o vertical, o artefactos flotantes articulados impulsados por el movimiento del agua. Por su parte, los dispositivos que utilizan los gradientes térmicos transfieren calor a partir fuentes marinas o geotérmicas a un líquido de bajo punto de ebullición cuyo vapor propulsa una turbina eléctrica.

Aunque los avances en esta área son continuos, los planteos tecnológicos no han alcanzado aún el punto de maduración. Ello hace prever procesos de desarrollo relativamente largos y remarca la necesidad de encarar alianzas de carácter estratégico para incursionar en este campo. Es de señalar que el mar está en condiciones de multiplicar por 40 la generación de energía que produce actualmente el mundo.

Turismo

La actividad turística vinculada al mar es clave para el desarrollo regional, tanto en la costa bonaerense como en la costa patagónica.

La Costa Bonaerense

La Región de las Playas de la Costa Atlántica de la provincia de Buenos Aires atrae visitantes no sólo durante los cálidos veranos sino también durante el resto del año. Con servicios turísticos y una hotelería de primer nivel, ofrece una variedad de propuestas para disfrutarla al máximo.

Desde San Clemente del Tuyú, donde el Río de la Plata se une con el mar, hasta los balnearios que se suceden al sur de Bahía Blanca, se puede apreciar un escenario donde se combinan playas, médanos y bosques, con pequeñas localidades encadenadas entre sí, cada cual con sus particularidades.

Ciudades clásicas como San Bernardo, Pinamar, Valeria del Mar, Villa Gesell y Mar del Plata, son las preferidas de los jóvenes a la hora de planificar sus vacaciones veraniegas. Su vida nocturna y sus actividades de vanguardia durante el día logran captar a un público que busca adrenalina todo el tiempo.

Pero otros lugares invitan con sus spa, caba.as y complejos a relajarse y olvidarse de todo. Preferidas por las parejas y las familias, entre estos sitios se destacan Mar de las Pampas, Las Gaviotas y Cariló, pero la lista se vuelve interminable y siguen agregándose otros destinos como Claromecó, Monte Hermoso, Mar Azul o Reta, con muchas más posibilidades recreativas para disfrutar.

Basta mirar un mapa de toda la costa atlántica bonaerense para darnos cuenta de que prácticamente no existen distancias entre las distintas localidades. El surgimiento de nuevas ciudades marinas da cuenta que las playas fueron, son y serán siempre uno de los destinos más elegidos por el turismo en Argentina.

La Costa Patagónica

Las costas en esta parte del mundo presentan acantilados, playas planas, y sobre todo, reservas de animales marinos únicas en el mundo. Desde el turístico balneario de verano Las Grutas, en el norte, hasta lo que es el extremo sur del planeta, Ushuaia, hay cientos de kilómetros para recorrer y conocer.

En la provincia de Chubut se destacan las playas de Puerto Madryn, destino turístico por excelencia de la Patagonia por su cercanía a la Península Valdés, y Playa Unión, el balneario de todo el valle inferior de río Chubut, a unos pocos kilómetros de Rawson.

Pero sin lugar a dudas, la playa más convocante por sus aguas cálidas, a comparación de las de Chubut que son frías, es Las Grutas. Este balneario atrae miles de turistas cada verano de todas partes de Argentina y países vecinos que se aventuran a explorar las costas patagónicas. Cerca de allí podemos encontrar la localidad de San Antonio Oeste y el puerto de aguas profundas San Antonio Este.

Un destino que se encuentra en crecimiento y es de gran belleza es Playas Doradas en la provincia de Río Negro. Sus finas arenas y extensas playas hacen de este lugar un sitio imperdible. Y, por último, cabe mencionar El Cóndor, el balneario de la capital rionegrina.

Por último, cabe mencionar a las ciudades costeras de la provincia de Santa Cruz, que si bien no son villas balnearias, están ubicadas sobre la costa atlántica. La mayoría de ellas crecieron alrededor de puertos comerciales y de comunicación. Entre estas localidades podemos mencionar a Puerto Santa Cruz, Puerto San Julián, Caleta Olivia y Puerto Deseado.

Nuevas posibilidades

En los últimos años se han implementado estrategias de oferta diferenciada, basadas en el contacto con la naturaleza, los aspectos histórico-culturales o la práctica de actividades recreativas. Las mejoras tecnológicas dirigidas a la infraestructura de transporte, comunicación y logística constituyen un importante factor para incrementar el flujo y tiempo de estancia del turismo externo. El potencial económico del turismo vinculado al océano oscila, en una estimación conservadora, entre los 44 mil y los 55 mil millones de dólares para los próximos 20 años.

El turismo se ha transformado en un factor de desarrollo económico territorial con fuerte impacto en la generación de trabajo. Para profundizar la expansión del sector, se requiere atender numerosas demandas en materia de infraestructura de transporte, alojamiento y logística. Las mismas resultan especialmente relevantes en relación al turismo marítimo, en el que están implicados campos tecnológicos tales como la construcción naval, el diseño de estructuras recreativas, las comunicaciones, la informática, la producción de alimentos regionales y numerosos sectores de servicios. Existe además una importante vacancia de turismo especializado, tanto en relación al patrimonio natural como a la rica herencia histórico-cultural de la Patagonia, lo que podría dar lugar a una participación mayor de especialistas de distintas disciplinas, tanto de las ciencias naturales como de las sociales.

Para un correcto desarrollo del potencial de esta actividad, será importante trabajar en pos de estos objetivos, entre otros:

  • Desarrollar aplicaciones informáticas para el turismo costero patagónico, incluyendo paquetes informativos y de geolocalización para las áreas relevantes.
  • Impulsar rutas de turismo científico, histórico y arqueológico valorizando los sitios de interés, las Reservas Provinciales y los Parques Nacionales de la costa argentina.
  • Construir un centro de referencia antártico y un acuario subantártico en la ciudad de Ushuaia. Emprender el diseño de un acuario regional en la ciudad de Puerto Madryn.
  • Impulsar desarrollos ingenieriles para embarcaciones de observación turística (cascos con fondos vidriados, submarinismo recreativo, navegación polar, etc.).

Industria naval

La recuperación de la industria naval nacional es un factor crítico para impulsar el desarrollo de nuestro comercio internacional. No sólo porque a largo plazo representa una alternativa que aportará rédito económico, sino porque impactará positivamente en otras áreas económicas. Sin embargo, una estrategia de desarrollo de este sector debe considerar cuidadosamente la dinámica del mercado internacional donde se ofrecen condiciones de costos y financiación difíciles de equiparar por la industria local. Esto pone de relieve la importancia de priorizar cuidadosamente aquellos desarrollos posibles a corto y mediano plazo, articulando las capacidades existentes con la formación de recursos humanos especializados. En este sentido, una estrategia plausible es la fabricación nacional de barcos de mediano porte que sirvan como banco de prueba para el diseño y ensayo de tecnologías avanzadas.

Los buques oceanográficos y las plataformas multipropósito fijas o móviles son instrumentos esenciales para la exploración del mar. En lo que respecta a los buques de investigación, se asiste a un proceso mundial de renovación cuya finalidad es disponer de navíos de mayor flexibilidad funcional y de menor costo operativo. Las plataformas marinas multipropósito son estructuras no propulsadas destinadas a la adquisición de datos y a brindar servicios de apoyo a la investigación científico-tecnológica.

Los emprendimientos en esta área incluyen no sólo la ingeniería y los procesos constructivos relativos a las estructuras navales, sino también un amplio espectro de actividades implicadas en el diseño, producción y mantenimiento de componentes de propulsión, navegación y comunicación. Por su parte, el avance de la investigación impone la actualización periódica del equipamiento científico. Las innovaciones tecnológicas incorporadas a la investigación del mar pueden ser fácilmente extendidas al desarrollo de navíos destinados al control marítimo, la pesca, el turismo o el deporte. En consecuencia, la industria naval es una gran integradora de capacidades científicas, tecnológicas, productivas.

Extraído de https://www.argentina.gob.ar/armada/intereses-maritimos/industria-naval
Extraído de https://www.argentina.gob.ar/armada/intereses-maritimos/industria-naval

Investigación científica

Infraestructura institucional

En la Argentina, las tareas de investigación científico-tecnológica referentes al mar se desarrollan en un conjunto de instituciones encuadradas en distintas áreas del Estado. Los principales núcleos de investigación marina se localizan en las siguientes instituciones:

Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC-CONICET):

El centro está localizado en la ciudad de Ushuaia y realiza investigaciones básicas y aplicadas en distintas disciplinas. Entre las líneas vinculadas al mar, se encuentran las de biología de crustáceos y comunidades bentónicas, acuicultura, ecología, fisiología, genética y evolución de peces y moluscos, ecología de depredadores tope (aves y mamíferos marinos), tramas tróficas microbianas y virología marina, oceanografía física y procesos costeros y recursos geológicos marinos. En el centro revistan 27 investigadores dedicados a las áreas previamente mencionadas.

Centro Nacional Patagónico (CENPAT-CONICET):

El centro alberga actualmente dos unidades dedicadas a las ciencias del mar: el Instituto de Biología de Organismos Marinos (IBIOMAR) y el Centro para el Estudio de Sistemas Marinos (CESIMAR). El primero cuenta con 19 investigadores e impulsa líneas de trabajo en reproducción y fisiología de organismos marinos, parasitología, taxonomía, genética, embriología y ecología. El segundo cuenta con 36 investigadores y realiza estudios sobre el funcionamiento del sistema marino y el manejo y conservación de los recursos marinos. El CENPAT tiene además 10 laboratorios de servicios, entre los cuales se halla el Servicio de Acuario Experimental.

Instituto Argentino de Oceanografía (IADO-CONICET/UNS):

En el instituto trabajan 32 investigadores que realizan estudios en biogeoquímica de la plataforma continental, oceanografía física de estuarios y zonas costeras, geología marina, ecología descriptiva y funcional del zooplancton, taxonomía de fitoplancton y macroalgas, modelado numérico oceánico y cambio climático, ecología bentónica y de humedales, interacción mar-atmósfera-suelo en humedales, transporte de sedimentos en ambientes subacuáticos y geobiología. El instituto ofrece además servicios en cartografía, ingeniería oceánica, meteorología y oceanografía biológica, física, química y geológica.

Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC-CONICET/UNMdP):

El instituto alberga 127 investigadores involucrados en ecosistemas costeros de interfaz, frentes marinos del Mar Argentino y cuencas relacionadas. Las diversas líneas de trabajo incluyen estudios en bioindicadores bentónicos, biología de cnidarios, ecología de mamíferos marinos, taxonomía de peces, ecología pesquera, ecología y genética de especies marinas, ecología de ambientes acuáticos continentales, ecotoxicología y contaminación ambiental, fisiología de organismos acuáticos, geología de costas, humedales y costas, ictiología e ictioparasitología y medusozoa del Atlántico Sudamericano.

Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA-CONICET/UBA):

El centro cuenta con 28 investigadores que realizan estudios sobre el cambio climático en la zona austral del continente. Un aspecto prominente de la tarea encarada por los grupos de investigación se vincula con el modelado de los procesos asociados al cambio climático y está orientado a producir estudios prospectivos sobre su posible impacto. En lo referente al mar, los trabajos se focalizan en los procesos dinámicos y efectos geoquímicos en el ámbito del Atlántico Sur y en los procesos físicos que intervienen en las zonas costeras y en el sistema fluviomarino del Rio de la Plata.

Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP):

El instituto es un organismo descentralizado dependiente del Ministerio de Agroindustria. Tiene por misión ejecutar proyectos de investigación, evaluación y desarrollo sobre recursos pesqueros, tecnologías de artes de pesca, acuicultura y de economía pesquera. El personal del instituto esta integrado por 173 personas entre investigadores, técnicos y personal de apoyo. La investigación se conduce a través de las Direcciones de Pesquerías Demersales, Pesquerías de Invertebrados, Peces Pelágicos y Ambientes Marinos y de Información, Operación y Tecnología y se estructura en 14 programas y 7 gabinetes especializados.

Extraído de https://www.serindustria.com.ar/

Instituto de Biología Marina y Pesquera Almirante Storni (IBMPAS- UNCO):

El instituto desarrolla tareas sobre los recursos pesqueros y el ambiente marino de la Provincia de Río Negro con el fin de brindar asesoramiento en la gestión de los mismos. Presta a su vez servicios de transferencia de tecnología y de extensión y capacitación al sector privado. Su oferta académica incluye las carreras de Licenciatura en Biología Marina y Tecnicatura en Producción Pesquera y Maricultura, así como cursos de postgrado en Ciencias Marinas y Pesqueras.

Servicio de Hidrografía Naval (SHN):

El organismo está dedicado a brindar seguridad náutica mediante la edición de cartas, derroteros y publicaciones náuticas, listas de faros y señalización marítima, confección de pronósticos mareológicos y de olas, relevamientos hidrográficos y asesoramiento sobre señalización marítima e instrumental náutico. En el ámbito de la investigación, la institución tiene como funciones proveer información geográfica en áreas marinas estratégicas y ejecutar actividades de exploración oceanográfica, meteorológica, geofísica y geológica (Ley Hidrográfica 19.922 y Decreto 7633).

Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE):

Como agencia especializada, la CONAE concentra las competencias de promoción y ejecución en el área espacial nacional. Como tal, tiene a su cargo el diseño y la realización del Plan Espacial Nacional, cuyo objetivo es el de contribuir al desarrollo socio-económico del país y a la preservación de su medio ambiente mediante la generación de información satelital y de proyectos específicos. CONAE ha desarrollado las series de satélites SAC y está desarrollando actualmente las series SAOCOM y SABIA-Mar. Asimismo, una nueva serie de satélites livianos (serie SARE), que serán puestos en órbita por el lanzador Tronador II, se encuentra en estado de gran avance. Los satélites son concebidos y diseñados por CONAE y construidos por la empresa INVAP.

Extraído del artículo "Pampa Azul" - Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva

Otras instituciones participantes:

  • Prefectura Naval Argentina.
  • Universidad Nacional del Comahue.
  • Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.
  • Universidad Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.
  • Universidad Nacional de la Patagonia Austral.
  • Universidad Nacional de Mar del Plata.
  • Universidad Nacional del Sur.
  • Universidad Nacional de La Plata.
  • Universidad de Buenos Aires.
  • Universidad Tecnológica Nacional.
  • Universidad Nacional de Río Negro.

Buques de investigación:

La disponibilidad de buques oceanográficos adecuadamente equipados y apoyados por un sistema logístico eficaz es un aspecto clave para garantizar la investigación científica en el mar. La flota de investigación argentina está constituida por una decena de buques con equipamientos y capacidades adaptados a usos específicos que dependen de distintas áreas gubernamentales.

Base de Datos del Mar:

Argentina ha reunido datos en distintos dominios de investigación del mar desde hace más de un siglo. A lo largo de este lapso, estos datos fueron recolectados por diferentes instituciones con estándares disímiles. Una parte muy considerable de esta información nunca fue digitalizada y, en muchos casos, permanece aún reservada por los grupos de investigación. La ausencia de un enfoque sistemático en este campo hace que un capital histórico de gran valor no pueda ser utilizado ampliamente por la comunidad científica, lo que resultaría de gran provecho para identificar áreas de vacancia y planificar actividades futuras. Por otra parte, un criterio intrínseco al desarrollo de la ciencia impone que, salvo casos excepcionales, la información producida por la investigación pública pueda ser plenamente consultada y utilizada por la sociedad que la solventa.

Por iniciativa del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, se creó en 2013 el Sistema Nacional de Datos del Mar. Nueve instituciones nacionales han firmado un acuerdo por el cual se comprometen a volcar en ella la información de sus propias bases de datos. Este proceso se halla en su etapa inicial e involucra un trabajo sostenido en dos direcciones. Por un lado, se requiere rescatar la información acumulada, lo que implica una considerable tarea de ordenamiento y validación para integrarla en un formato común. Por el otro, es necesario estandarizar la recolección de los datos que se obtengan en el futuro, adoptando protocolos que compatibilicen este proceso con los criterios acordados internacionalmente.

Para que la información sea fácilmente accesible a todos los sectores interesados, la consolidación del Sistema Nacional de Datos del Mar demandará una inversión sostenida en recursos humanos, tanto a nivel nacional como institucional. Un posible camino para transmitir los resultados de la investigación en forma amigable consiste en la construcción de mapas de geolocalización de datos que sean regularmente actualizados.

Situación de las ciencias del mar en la Argentina

La situación de las ciencias del mar en la Argentina se puede caracterizar como una de ‘excelencia en aislamiento’. Se constata actualmente una virtual inexistencia de coordinación entre programas de investigación, equipo para realizar tareas de campo y personal científico y de apoyo en las instituciones. La coordinación que existe ocurre gracias a enormes esfuerzos individuales y a relaciones personales.

Si bien en muchos lugares hay investigadores destacados y entusiastas, casi todos sufren de aislamiento físico, mínima financiación y la necesidad de prestar servicios por contrato para llevar adelante su trabajo. Además, como suelen carecer de interacción científica con colegas, les resulta muy difícil diseñar programas con una perspectiva amplia del ecosistema. Muchos laboratorios padecen de problemas estructurales, en especial la carencia de equipamiento moderno y destrezas actualizadas. Muy pocos reúnen una masa crítica de investigadores, y aun aquellos que congregan a muchos científicos no parecen practicar la coordinación entre proyectos ni usan mecanismos que faciliten una interacción constructiva. No se advierten programas que utilicen técnicas moleculares más allá de un nivel superficial. No hay bibliotecas adecuadas, por lo que es poco realista que las autoridades institucionales pretendan que resulten publicaciones de alto vuelo y de circulación internacional.

Las mejores instituciones se encuentran diseminadas entre Ushuaia y Buenos Aires, pero hay escasas reuniones nacionales en las que establecer contactos, intercambiar ideas y diseñar colaboraciones. Con una excepción, no hay buques oceanográficos disponibles para investigar y las embarcaciones menores son pocas, lo que impide realizar estudios sobre la plataforma e incluso cercanos a la costa. Algunos de los mejores grupos han concentrado su actividad en el área costera, lo que limita seriamente el alcance de sus investigaciones.

Una necesidad fundamental sería un plan oceanográfico nacional que reconozca la magnitud de la plataforma argentina, la importancia de las ciencias del mar y la escala de los problemas que encaran sus disciplinas. Un elemento crítico de tal plan sería la necesidad de apoyar amplios estudios integradores, para comprender cómo peces y mamíferos marinos utilizan la productividad del Mar Argentino, desde la costa hasta más allá del borde de la plataforma. El plan también debería encarar la financiación unificada y el uso compartido de embarcaciones y equipo de alto costo. Por último, debería asegurar recursos para apoyar a estudiantes y, más importante aún, promover la creación de oportunidades laborales para graduados, lo que contribuiría a solucionar el problema de la fuga de cerebros que al presente acosa a estas disciplinas.

Las ciencias marinas necesitan unificar su discurso para explicar la importancia del ambiente oceánico y sus recursos para la nación, y para presentar recomendaciones en orden de prioridad para el futuro.

Oceanografía física

Las instituciones argentinas comenzaron el estudio físico del Atlántico Sur a mediados de la década de 1950, sobre todo en apoyo de programas de investigación pesquera. La actual comunidad argentina de oceanógrafos físicos incluye unos veinte miembros activos, mayoritariamente pertenecientes al SIHN. Otros están en el INIDEP, IADO, CENPAT, la UNS y el IAA.

Los estudios descriptivos del estuario del Plata y su descarga sobre la plataforma han sido tema de colaboración entre el SIHN y el INIDEP. En los últimos años, esa zona, administrada conjuntamente por el Uruguay y la Argentina, ha sido objeto de cooperación entre centros de ambos países, como parte del FREPLATA, uno de los pocos ejemplos de grandes proyectos multidisciplinarios en el país.

Investigadores del IADO estudiaron el estuario de Bahía Blanca y comenzaron, recientemente, a hacerlo en forma integrada en otros estuarios (Quequén Grande, Quequén Salado, Claromecó y Negro). El CENPAT describió la hidrografía y circulación de los golfos patagónicos. En los últimos años hubo renovado interés por entender la oceanografía de la plataforma. Un ejemplo es un estudio de las diferentes masas de agua que posee.

Las investigaciones de la alta productividad biológica en el borde de la plataforma han atraído alguna atención, pero la necesidad de realizar investigaciones sistemáticas enfocadas específicamente en este tema se ve afectada por la falta de embarcaciones adecuadas.

El mayor esfuerzo de modelización numérica del océano y la circulación en la plataforma se lleva a cabo en dos instituciones: el CIMA y la UNS. Existen algunos modelos numéricos de alta resolución y de última generación del Mar Argentino. El CIMA adaptó y puso en uso un modelo tridimensional del Río de la Plata, en colaboración con la Universidad de Hamburgo: se lo está usando en el proyecto FREPLATA y para explorar las consecuencias del cambio climático en el estuario. La UNS, el SIHN y la Oregon State University colaboran en el modelado de la circulación en la plataforma. Para asegurar la viabilidad del modelado numérico oceánico en la Argentina, es necesaria la interacción entre los investigadores del tema; además, sería conveniente incorporar a este esfuerzo a expertos en asimilación de datos y técnicas computacionales. Habría que promover nuevas colaboraciones de este tipo y fortalecer las existentes.

Los esfuerzos para comprender los procesos oceánicos más allá del borde de la plataforma (por ejemplo, la dinámica de las corrientes del Brasil y de las Malvinas) se han realizado casi siempre en colaboración con instituciones extranjeras. Merece resaltarse la cooperación sur-sur del programa de cinco años sobre cambio climático en el Atlántico Sur, financiado por el Instituto Interamericano para la Investigación del Cambio Global. Este proyecto fomenta interacciones entre científicos de la Argentina, el Uruguay y el sur del Brasil (con participación de los Estados Unidos), y ha financiado visitas de intercambio y entrenamiento específico de científicos jóvenes de los países participantes.

Otras áreas relacionadas con la oceanografía física son el monitoreo y predicción de mareas, el patrón de olas y las corrientes costeras. Estas actividades, que tienen importantes aplicaciones prácticas, están principalmente a cargo del SIHN. Debido a la naturaleza operativa de muchas de sus tareas, como la publicación de tablas de mareas, los profesionales del SIHN tienen poco tiempo para la investigación. No obstante, participan en algunas colaboraciones interesantes.

Es tradicional la fuerte inclinación de los oceanógrafos físicos argentinos por la investigación del océano abierto. Por desgracia, el alto costo de operar buques oceanográficos y de construir equipos de observación limita el alcance de la participación argentina en los programas de observación del mar abierto. Esto no significa que la Argentina deba retirarse por completo de los programas internacionales de observación oceánica global. Una aproximación pragmática podría comprender varias estrategias paralelas. Una sería fortalecer aquellas colaboraciones en curso internacionales y, sobre todo, regionales que permitan participar en campañas de muestreo. Otro camino sería identificar ventajas estratégicas; por ejemplo, la Argentina podría aprovechar la abundancia de personal técnico altamente entrenado y de costos internacionales relativamente bajos para ocuparse del preprocesamiento y control de calidad de datos globales. Otra área en la que la Argentina podría tener un cometido importante es el desarrollo de instrumentación de bajo costo.

Dado su limitado tamaño, el número de publicaciones de la comunidad activa de oceanógrafos físicos parece razonable. Las publicaciones de oceanografía física se concentran en temas en los que el país tiene puntos fuertes: estudios regionales descriptivos, análisis de información retrospectiva y modelado. Curiosamente, pocos trabajos estaban basados en datos provistos por sensores remotos. Esto es sorprendente, ya que la relativa escasez de datos recientes obtenidos in situ en el Mar Argentino, la cobertura global de los instrumentos satelitales y la creciente disponibilidad de nuevos sensores capaces de obtener datos oceánicos y atmosféricos hacen que esas técnicas sean muy atractivas. Aparentemente, pocos oceanógrafos físicos tienen experiencia en tal tecnología. El fomento de colaboraciones con expertos en el tema (como se vio en el CENPAT) puede ser una manera de encarar este asunto y de incrementar el uso de datos satelitales en las publicaciones argentinas.

Geología marina y costera y geofísica

La extensa costa y la amplia plataforma continental argentinas ofrecen múltiples oportunidades de investigación en geología costera y marina y en geofísica.

Hay unos 25-30 investigadores activos en la disciplina, número comparable con el de oceanógrafos físicos. Se distribuyen en varios centros del Conicet (IADO, CENPAT, CADIC), en universidades (UBA, UNMDP, UNPSJB, UNPA y UNLP) y en otras entidades de investigación (SIHN y MACN).

Algunas zonas de la plataforma cercanas a la costa son productoras de petróleo y hay clara evidencia de reservas petroleras en otras. Sería posible explotar minerales en la plataforma, aunque la magnitud de ese recurso potencial no ha sido estimada debido a que se requeriría un extenso muestreo con equipo moderno. Los estudios de sitios alejados de la costa se han visto limitados por las dificultades de acceder a barcos y a equipos de reconocimiento. Aunque el Puerto Deseado, un buque de investigación del Conicet, estaba originalmente pertrechado para la investigación geofísica, aparentemente parte de su equipo no está en condiciones de operar.

El mayor número de geólogos costeros se encuentra en el IADO. Allí se investigan cuestiones de geomorfología, circulación y dinámica de transporte de sedimentos en varios estuarios de la costa, sobre todo el de Bahía Blanca, por su proximidad geográfica. El IADO alcanza una masa crítica de investigadores en temas estuarinos y costeros, y posee instrumental relativamente bien mantenido. La importante concentración de industrias petroquímicas cerca de Bahía Blanca estimuló la realización de estudios de geoquímica de metales pesados y otros contaminantes. Investigadores del LOC se ocupan de la evolución cuaternaria del nivel del mar en la provincia de Buenos Aires, y en el CENPAT hacen lo mismo para Chubut. El CGC estudia las playas turísticas de la costa bonaerense y la laguna de Mar Chiquita, cerca de Mar del Plata. Geólogos de la UBA han trabajado sobre la evolución histórica de la línea de playas de Buenos Aires, y los del SIHN han intentado investigar ambientes alejados de la costa, por ejemplo, los procesos de sedimentación en el quiebre y la pendiente de la plataforma. Pero esos esfuerzos se ven severamente limitados por el costo y la posibilidad de acceso a barcos y equipo. Hace poco se inició un programa de geología marina en el CADIC, en Tierra del Fuego.

La mayoría de los geólogos marinos y geofísicos de la Argentina no interactúan mucho con investigadores de otras disciplinas ni con otros posibles usuarios de conocimiento científico. Hay sin duda espacio de interacción entre geólogos y oceanógrafos físicos en el estudio de la dinámica de la circulación y del transporte de sedimentos, pero no se ha explotado significativamente, tal vez porque los oceanógrafos físicos no se han concentrado mucho en el estudio de ambientes de poca profundidad.

Otras interacciones obvias serían con biólogos. Un signo positivo es un curso sobre geología y ecología litoral, dado en la UBA en colaboración por biólogos y geólogos. Finalmente, el manejo de zonas costeras ofrece a los geólogos atractivas oportunidades de llevar a cabo investigaciones socialmente relevantes y de proporcionar datos con bases científicas a administradores costeros y generadores de políticas públicas.

Oceanografía biológica

Las investigaciones en oceanografía biológica requieren un enfoque interdisciplinario para cubrir adecuadamente las escalas de los procesos que regulan la distribución de la vida marina en el espacio y el tiempo. En este momento, los temas centrales de la disciplina se relacionan con los ciclos biogeoquímicos y con el cometido funcional de la biodiversidad en esos ciclos. Se reconoce que los componentes biológicos de los sistemas en gran medida determinan los procesos y, con ello, el resultado de los servicios centrales del ecosistema, como la absorción de CO2 y la producción de alimentos. Un asunto recurrente en el análisis de estos procesos es su posible variación a lo largo del tiempo en respuesta a cambios climáticos y perturbaciones antropogénicas.

Con una gran plataforma continental sometida a influencias externas (ríos, circulación en gran escala) y a una dinámica interna (frentes, vórtices), el Mar Argentino es un recurso económico crítico para el país y un área de estudio muy interesante y ecológicamente coherente. Los futuros proyectos de manejo y conservación de los recursos marinos dependerán de estudios funcionales de la biodiversidad marina en escalas coherentes con los procesos oceanográficos químicos y físicos que impulsan los biológicos.

La mayor parte del conocimiento necesario para comprender los procesos biológicos en los océanos está disponible en el país. Sin embargo, pocos grupos integran el estudio de los procesos físicos, químicos y biológicos, o, en términos generales, realizan investigación interdisciplinaria. Más adelante se hacen algunas sugerencias que pueden ayudar a fomentar la colaboración interdisciplinaria y a analizar los problemas oceánicos con una perspectiva más amplia.

La escasez de taxónomos es hoy una preocupación en la mayoría de los países, en los que los nuevos cargos en organizaciones académicas y gubernamentales suelen ser ocupados por disciplinas menos tradicionales. Esto es especialmente evidente en la Argentina, donde en el pasado científicos notables hicieron contribuciones fundamentales al conocimiento de dinoflagelados y ciliados y crearon la base de la moderna taxonomía de estos importantes grupos de especies. Por lo menos una parte de la decadencia de la taxonomía del fitoplancton en la Argentina puede deberse a la gran limitación en el uso de técnicas modernas requeridas en este campo, especialmente la microscopia electrónica y la biología molecular.

Química, biogeoquímica y ecología microbiana

La química y la biogeoquímica son disciplinas fundamentales para el estudio de los procesos ecológicos marinos. Aunque hay apenas unos dieciocho químicos y biogeoquímicos marinos en la Argentina, la comunidad parece conocer bien y tener buena opinión del trabajo de cada uno. Los grupos de biogeoquímica de la UNLP y del IADO poseen equipo moderno en excelente estado, incluyendo todas las técnicas de cromatografía gaseosa disponibles, espectrofotometría, cromatografía líquida de alto rendimiento (HPLC) y excelentes laboratorios.

Sin embargo, tienen poco tiempo y energía para dedicar a la investigación, porque los laboratorios deben sostenerse económicamente prestando servicios tales como análisis de contaminación por pesticidas y desechos cloacales. A pesar de esto, los grupos son activos y publican en revistas internacionales. Con una financiación razonable podrían proveer datos de primera calidad y colaborar con programas de investigación pesquera y de los ecosistemas. Este es un grupo pequeño, pero importante, de científicos que merece ser alentado.

Extraído del artículo "Pampa Azul" - Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva

La falta de acceso a buques de investigación impide el trabajo en el mar abierto a la mayoría de los investigadores, salvo los del INIDEP, por lo que los estudios de tipo químico solo se hacen en la zona intermareal. En general, los científicos emplean estudiantes de grado como ayudantes. Este es uno de los éxitos de las ciencias del mar en la Argentina. El problema es que después no encuentran empleo ni en los laboratorios ni en el sector público. La mayor parte de los investigadores asiste a reuniones internacionales, mantiene contactos externos y participa en colaboraciones. Ello les permite acceder a técnicas y conocimientos que no existen en el país. Como pasa con casi todos los demás grupos, los químicos y biogeoquímicos trabajan prácticamente aislados y no colaboran realmente con biólogos u oceanógrafos físicos. Una notable excepción ocurre en el INIDEP, donde un grupo interdisciplinario que estudia el estuario del Plata incluye a biogeoquímicos. En las ciencias marinas de hoy, la biogeoquímica es un componente importante de cualquier estudio de ecología marina. Se trata de un área que necesita especial apoyo en el país.

En varios lugares se realiza investigación en ecología microbiana. Aunque hay entusiasmo, no es un área muy desarrollada. Es especialmente notable la falta casi total de experiencia molecular de los ecólogos microbianos, algo particularmente desafortunado, porque hoy la mayoría de los descubrimientos importantes se hacen usando técnicas moleculares.

Biología marina, ecología y conservación

Los biólogos marinos y los ecólogos forman el grupo más grande de científicos del mar en la Argentina y están bien distribuidos en instituciones de investigación a lo largo de la costa. Concentran su labor en cuatro grandes áreas temáticas: (1) grandes estuarios; (2) costa patagónica; (3) ambientes subantárticos y antárticos, y (4) pesquerías.

Los estudios sobre el comportamiento y la ecología de aves y mamíferos marinos se realizan a lo largo de la costa, pero se concentran en la Patagonia, donde hay colonias de importancia mundial. Estos estudios están focalizados en demografía de largo plazo, comportamiento, rastreo satelital, estudios tróficos e interacción con pesquerías, especialmente la mortandad resultante de redes y palangres. Los estudios de aves y mamíferos marinos han atraído interés internacional y financiación de organizaciones conservacionistas. Esos biólogos suelen tener buenas conexiones internacionales.

La costa argentina se caracteriza por diversidad de especies de invertebrados y alto endemismo en algunos grupos. La investigación de la biología, fisiología y ecología de invertebrados bentónicos es variada y algunos grupos están poniendo foco en grupos prominentes, como moluscos, para abrir nuevos campos de investigación biológica.

Mucho queda por descubrir en el Mar Argentino, una región importante para explorar y estudiar. Los grupos de investigación dependen en gran medida de muestras recolectadas ad hoc por barcos pesqueros y buzos. Sin embargo, casi toda muestra tiene potencial de revelar algo nuevo. La necesidad de realizar estudios taxonómicos es paralela a la exploración e identificación, pero la Argentina sigue la tendencia mundial de declinación de esa disciplina, a pesar de que crece su importancia para comprender la diversidad biológica y los procesos de evolución.

Como pasa con otras disciplinas, la biología marina se caracteriza en gran medida por el aislamiento relativo de un conjunto de pequeños grupos, con débiles vínculos con otras disciplinas. Las excepciones notables incluyen estudios que integran organismos de fondo blando y la dinámica de sedimentos, realizados en la UBA, y los mencionados estudios interdisciplinarios de los grandes estuarios.

La dificultad general de acceso a sitios de estudio en la costa y el mar produjo una ausencia de programas de monitoreo de largo plazo y de series temporales de datos. Estas son a menudo lo más relevante para definir la dinámica de las poblaciones, para rastrear cambios en los procesos físicos, químicos y biológicos, y para estimar las alteraciones generadas por el hombre a lo largo del tiempo. Son, además, importante fuente de futuros temas de investigación.

Hay creciente interés en el CENPAT y el IS por la creación de áreas marinas protegidas en la costa patagónica, en especial las zonas de prohibición de pesca.

Esas áreas ofrecen a la biología marina y a la ecología la oportunidad de rastrear trayectorias de cambio y usar los regímenes de manejo como experimentos ecológicos de gran escala. El manejo y la conservación marina de base comunitaria realizados en la Argentina constituyen un modelo para el mundo.

Es evidente la necesidad de una mejor coordinación e integración de la investigación de los ambientes marinos. Se está avanzando en esta dirección con la participación de numerosos biólogos y ecólogos argentinos en las discusiones iniciales del proyecto de censo global de la vida marina, financiado internacionalmente por una fundación privada. El objetivo del censo es estimar la biodiversidad marina de la región y recomendar métodos de control continuo que permitan rastrear los cambios a lo largo del tiempo. Aunque ambicioso, el programa daría a los científicos argentinos la oportunidad de considerar el Mar Argentino en una perspectiva amplia, y de ver a sus respectivas disciplinas en relación con otras. Esto, inevitablemente, mejoraría la comunicación entre grupos de investigación y, en última instancia, la cooperación e integración. El componente costero del sistema de observación global del océano reconoce la importancia central de la biología y puede ofrecer un punto de apoyo para estudios interdisciplinarios.

Investigación de peces y pesquerías

Los peces marinos se estudian en instituciones científicas dispersas en muchos lugares del país, las que se ocupan de taxonomía, reproducción, comportamiento, ecología trófica y flujos de energía. En las regiones templadas del norte de la costa, dichos estudios se relacionan más con la biodiversidad e incluyen la estructura de las comunidades y los patrones de distribución y abundancia.

La plataforma argentina sostiene numerosas pesquerías importantes. El estado de las poblaciones de peces de valor comercial se evalúa por métodos tradicionales, dependientes e independientes de las pesquerías, con científicos embarcados en buques de investigación pesquera y observadores en embarcaciones comerciales. En muchas instituciones argentinas se realiza ciencia de pesquerías de primera calidad.

Una alta prioridad para las pesquerías argentinas es instaurar sistemas de manejo que provean rendimientos sustentables. Esta difícil tarea requiere integrar las ciencias biológicas, económicas y sociales, pero puede proporcionar altos dividendos económicos. Por fortuna, en la Argentina hay científicos de primer nivel capaces de realizar estos análisis. Se podría tomar como modelo el manejo de pesquerías de Alaska, que produjo beneficios económicos sostenidos. Ello se logró mediante evaluaciones científicas libres de presiones políticas, cuidando de no pescar en exceso ninguna especie, en particular el valioso halibut o hipogloso del Pacífico. En la Argentina su equivalente es la merluza negra patagónica. Mediante un sistema de manejo que proteja a las especies sensibles, otras pueden florecer. Además, en Alaska se progresó mucho en la protección de ejemplares juveniles y del hábitat, por ejemplo, en corales de aguas profundas. Un plan científico para proteger la merluza negra, sobre todo de su pesca secundaria cuando se captura la merluza común, y su hábitat, serviría de ejemplo para el futuro manejo de otras pesquerías marinas en la Argentina.

Hay pesquerías locales importantes de mejillones y otros invertebrados. Allí donde se las maneja con cuidado, con participación comunitaria y de científicos, parecen sustentables, como es el caso del programa del CENPAT en Puerto Madryn. Este enfoque debería extenderse a otros recursos costeros.

Extraído del artículo "Pampa Azul" - Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva

La iniciativa Pampa Azul

La región pampeana ha jugado un rol protagónico en el desarrollo de la Argentina desde los orígenes coloniales. En contraste, la integración del extenso patrimonio marítimo ingresó tardíamente en la agenda nacional y es todavía una asignatura pendiente. Las primeras actividades científicas relacionadas con el mar se retrotraen a fines del siglo XIX y se focalizaron en los relevamientos hidrográficos, mareológicos y meteorológicos. A partir de entonces, el impulso a las ciencias del mar ha sido continuo pero carente de orientaciones integradoras y de horizontes estratégicos. La escasa articulación interinstitucional, las restricciones presupuestarias y la precariedad de las infraestructuras conspiraron contra un desempeño eficaz de las tareas de investigación y condicionaron el desarrollo de los recursos humanos. Las áreas asociadas a la biología marina han sido históricamente las más desarrolladas, mientras que otras, como la oceanografía física, la geología y la microbiología, han registrado menores grados de avance. Pese a estas limitaciones y disparidades, las principales disciplinas científicas se hallan hoy sólidamente establecidas y constituyen una valiosa plataforma para una futura expansión.

Extraído del artículo "Pampa Azul" - Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva

Por otra parte, Argentina cuenta con capacidades tecnológicas significativas en varios sectores (comunicaciones, ingeniería satelital, informática, industria naval) que constituyen un soporte indispensable para las tareas de investigación y para el desarrollo productivo.

La iniciativa Pampa Azul comenzó a implementarse en 2014 con la finalidad de articular las acciones científico-tecnológicas impulsadas desde el Estado en relación con el mar. Sus principales objetivos comprenden el fortalecimiento de las infraestructuras de investigación, el impulso a la innovación tecnológica en las industrias del sector y la formación de recursos humanos necesarios para abastecer estos fines. Asimismo, la iniciativa se propone fomentar la conciencia social sobre los servicios y beneficios que aporta el mar, desplegando para ello una agenda especifica de comunicación y divulgación.

Organización y ejes de trabajo

Las orientaciones generales de Pampa Azul son establecidas por un Comité Coordinador Interministerial integrado por representantes de los ministerios de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Relaciones Exteriores y Culto, Agroindustria, Turismo, Defensa, Seguridad, Ambiente y Desarrollo Sustentable y de la Jefatura del Gabinete Nacional.

Este Comité Coordinador tiene a cargo la implementación de un plan de trabajo estructurado sobre tres grandes ejes:

  • Generar conocimientos interdisciplinarios que sirvan de fundamento para el manejo y explotación sustentable de los ambientes y recursos marinos.
  • Impulsar desarrollos tecnológicos que contribuyan a la competitividad de las industrias del mar y al fortalecimiento económico de las provincias marítimas.
  • Promover en la sociedad argentina mayor conciencia sobre su patrimonio marítimo y el uso responsable de sus recursos.

Las líneas de trabajo y las áreas prioritarias para la investigación son definidas por un Consejo Asesor Científico constituido por investigadores de reconocida trayectoria en ciencias del mar. Las iniciativas de desarrollo tecnológico y los posibles mecanismos de transferencia al sector productivo son establecidos por un Consejo Asesor Tecnológico constituido por expertos de distintas áreas. Los dos consejos reflejan una amplia participación disciplinaria y sectorial.

Ambos comités se apoyan en las actividades de Grupos de Trabajo que impulsan la organización de las campañas de investigación, el diseño de proyectos tecnológicos estratégicos e iniciativas legislativas o regulatorias. Hasta la edición de este documento, Pampa Azul cuenta con 19 Grupos de Trabajo integrados por más de 250 participantes representativos de todos los actores y sectores involucrados.

La reciente aprobación de la Ley 27.167 (Ley PROMAR) por el Congreso de la Nación que establece un fondo de financiación permanente para la investigación científico-tecnológica en el Atlántico Sur, permitirá consolidar esta visión estratégica de Pampa Azul.

Áreas prioritarias

En base a sus características oceanográficas, la importancia de sus ecosistemas y el potencial impacto de las actividades humanas, se han seleccionado cinco áreas geográficas prioritarias para focalizar los esfuerzos de investigación. Estas son el Banco Burdwood/Area Protegida Namuncurá, el Talud Continental/Agujero Azul, el Golfo San Jorge, las Islas Georgias y Sandwich del Sur y el Sistema Fluvio-Marino del Rio de la Plata.